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    Saturday, October 21, 2006


    Ciudad Bolivar


    Laberintos de calles que ascienden hasta las cimas de las montañas; casas a medio construir; algunas en ladrillo, bloque, otras en teja y zinc; recortes de lata, pisos en cemento o en tierra; miles de personas caminan por las calles, acongojadas por el cansancio y la miseria. Los niños gritan en los prados y se divierten jugando con balones de fútbol que pronto dejarán de rodar por el desgaste de las patadas que han recibido durante tantos años. Así es Ciudad Bolívar, un territorio inmenso que para muchos permanece en el olvido. Las calles, destruidas por el tiempo y por la falta de cuidado, dificultan la subida hasta uno de los puntos de Ciudad Bolívar. Las personas que viven en las zonas más altas, no están precisamente más cerca del cielo, sino que se aproximan al fondo de la miseria. Después de recorrer todo el camino, por fin se llega a Arborizadora Alta, un lugar rodeado por pequeñas casas que parecen una caja de Pandora, pues dentro de ellas viven mas personas de las que alguien se podría imaginar.
    La localidad de Ciudad Bolívar presenta los más altos índices de pobreza en Bogotá. Un 26% de la población registra necesidades básicas insatisfechas en el año 2004, es decir, 156.487 personas. De estas, una cuarta parte corresponde a niños de 0 a 5 años y una quinta parte, a mujeres entre los 15 los 70 años. Esta problemática tiende a agudizarse si se tiene en cuenta que la localidad registra una alta tasa de crecimiento, a la que contribuyen en gran parte la población en situación de desplazamiento que llega a la ciudad.
    Es una localidad que carga con la problemática de un millón de habitantes. Los ancianos abundan en las calles. Buscan lugares de recreación para poder olvidar su vejez y pobreza. Llegan a Fundaciones como “La Quinta Aguapanela”, un pequeño sitio donde todos los miércoles se reúnen más o menos 20 ancianos. Ahí realizan diferentes actividades: baile, danza o juegos de integración. También hablan entre ellos para desconectarse por unas horas de la dura realidad de sus enfermedades y de las situaciones que viven en sus casas. Cada uno tiene historias diferentes que contar, relatos impactantes que son el resultado de la experiencia que les han dejado los años.
    Ana Benavides es una de las personas que asiste a “La Quinta Aguapanela”. Desde hace 22 años vive en Ciudad Bolívar. Cuando llegó ahí sólo veía potreros y caminos pedregosos. Todo estaba desolado y apenas había 10 chocitas de paroy. No tenían agua ni luz. “Con ayuda de mi vecina, María Cristina Ababucha, me afilié a la Junta Comunal, donde vendían un papelito por el que pague 10 centavos. Con este tenía derecho a coger 4 galones cada 8 días. A veces
    veces se dañaban las mangueras y eso era una tragedia terrible”, cuenta Ana Benavides recordando con tristeza aquellos momentos de desespero. “Con eso le alcanzaba a uno para cocinar y bañarse lo más necesario porque con eso no se hacia nada."

    María Helena Galeón llegó hace 20 años a Ciudad Bolívar. Se estableció en una casa de paroy y tuvo la suerte de que unos vecinos le colaboran parahacerle una puerta del mismo material. “Sin la puerta no había casa porque uno sin protección no puede vivir. En esa época no había tanta maldad como la que hay hoy en día. Nadie le hacía maldad a usted, sino que antes lo cuidaban a uno”, dice.

    Aunque en relación con el total de la población, Ciudad Bolívar no se destaca entre las localidades de mayor inseguridad, sí es la segunda localidad en número de homicidios y criminalidad. Las estadísticas han ido aumentando, según fuentes de la Policía Nacional. María Helena también recuerda la lucha diaria para conseguir agua, “Ésta llegó hace 18 años por Jerusalén. Colocaron en el caño que pasa por Candelaria (barrio localizado en Ciudad Bolívar), un tubo madre del que nos pegábamos todos con mangueras que tuvimos que comprar con nuestro dinero”. El acceso a la cantera era por turnos y cada persona tenía un límite de tiempo para bañarse y para lavar la ropa. Se tenían que bañar vestidos porque a sus alrededores había más gente.

    María Mosquera llegó hace 10 años con tres hijos a Ciudad Bolívar. Uno de ellos trabajaba en la Policía y se consiguió un compañero que le ayudó a obtener un lote. María estaba muy aburrida al principio y le decía a su hijo,“mijito ¿yo qué hago aquí? Yo estoy aburrida con tanto frío”, y él me decía“tranquila, mamita, que yo le voy a hacer una casa en el lote de Ciudad Bolívar para que
    acomodemos nuestro trasteo”. Esta mujer es una de las pocas afortunadas que hoy es feliz en Ciudad Bolívar. Agradece el apoyo de sus hijos, por los que ella algún día se esforzó, y que hoy ellos se dedican a cuidarla. Infortunadamente, la mayoría de los casos no son así. Parece como si los hijos borraran de su mente el amor de sus madres y se dedicaran a vivir la vida como si ellas jamás hubieran existido. Esta es la situación de Isabella, vive sola y su hija la maltrata. Melba Palomeque también sufre por la falta de atención de sus hijos. . “Yo vivo con un hijo pero mi nuera me hace la vida imposible. Los otros hijos pues bien pero se alejan de uno, yo no tengo contacto con ninguno. Tengo dos hijas en Caldas y nunca llaman a preguntar por mí”, dice con los ojos llenos de lágrimas. Cuando se sienten enfermas acuden al Sisben, que es un sistema de información que clasifica a las personas y familias de acuerdo con su nivel de pobreza o calidad de vida y sirve para la selección de beneficiarios de subsidios de gasto social en salud, educación, vivienda y bienestar familiar. En muchos casos no es tan efectivo como en el caso De Luz Emilia Gaitán. El Sisben no ha cumplido con su función, ya que desde hace unos tres años le han estado diciendo que todavía no la pueden inscribir porque no resulta registrada en el sistema. Se queja de problemas respiratorios y a menudo le toca rebuscarse lo necesario para vivir. Muchas veces baja las lomas gredosas llenas de basura y aguas podridas, para que algún vecino le preste plata para poder comer. Se la pasa golpeando las puertas de diferentes amigos para recibir ayudas y espera el miércoles como si fuera el último día de su vida. Ese día se reúne en “La Quinta Aguapanela”, donde Don Erasmo, dueño de la casa y promotor del programa para ancianos.

    Él se preocupaba por el bienestar de todos estos viejitos, que se levantan con sus barrigas desocupadas y esperan que sean las dos de la tarde para recibir una comida. “Cuando estaba don Erasmo acá no nos faltaban los remedios ni la comida. Él nos hacía fiestas, y nosotros éramos felices”, dice, recordando fervorosamente la labor social de aquel hombre. Ahora, la distracción de todos son los miércoles en la tienda con Andrés Buitrago, el encargado, mientras Erasmo esta encarcelado, “Nos sentimos felices porque nos reunimos con nuestras amistades, realmente tenemos muchos problemas, pero charlamos y se nos olvidan las tristezas por un rato”.}

    Las transformaciones que sufre Ciudad Bolívar, debido al incremento acelerado del fenómeno del desplazamiento forzado, por causa de la violencia y la recesión económica del país, hacen que amplios grupos de poblaciones de esta localidad padezcan los efectos de la pobreza que no sólo afectan el futuro de las generaciones inmediatas, sino también la subsistencia de la población adulta.

    Según el estudio de pobreza realizado por La Red de Solidaridad Social en el 2004 habría 55.052 personas mayores de 55 años en situación de pobreza y dentro de éstas 8.398 se encontrarían en estado de miseria. Una de las localidades con mayor concentración de población adulta que se encuentra en situaciones de pobreza y miseria es Ciudad Bolívar.

    Según médicos del Hospital El Tunal, la hipertensión, las enfermedades de los ojos y las del aparato respiratorio, en su respectivo orden, son las enfermedades de mayor incidencia en la población adulta mayor de Ciudad Bolívar. Se destacan también la artritis, la espondilitis, las enfermedades del sistema osteomuscular, del aparato digestivo, urinario y de la piel.

    Si se analiza la tasa de mortalidad de la población adulta mayor en Ciudad Bolívar, se encuentra que las causas de muerte más frecuentes en las mujeres son cardiopatía isquémica, enfermedad cerebro-vascular, hipertensión arterial, diabetes y otros tumores malignos. En cuanto a los hombres, las principales causas de mortalidad son: cardiopatía isquémica, molestias cardiovasculares, cáncer de estomago entre muchas otras.

    Por esto, Ciudad Bolívar a generado, con la actual administración, un Proyecto 7217 que se dedica a la “Atención para el Bienestar de la persona mayor en Bogotá D.C” El proyecto atiende a la población a través de tres modalidades: Institucionalizada, Subsidio a la Demanda y Clubes y Organizaciones de Mayores. La modalidad institucionalizada, atiende a 1200 personas adultas. Esto responde a las condiciones de vulnerabilidad de la población que requiere de la protección integral del Estado.

    La Modalidad Subsidio a la demanda, atiende a 33.912 personas mayores. Responde a las condiciones de vulnerabilidad de la población para atender las necesidades básicas de alimentación, arriendo, auto cuidado, afecto, participación, ocio, creación, identidad y libertad. Las modalidades Subsidio a la demanda y Clubes y Organizaciones de mayores, operan en los Centros Operativos Locales (COL). A través del COL de Ciudad Bolívar, se atiende a 6,274 personas mayores de la localidad.

    La modalidad subsidio a la demanda responde al Artículo 46 de la Constitución Política Nacional que establece que “El Estado, la sociedad y la familia concurrirán para la protección y la asistencia de las personas de la Tercera Edad y promoverán su integración a la vida activa y comunitaria”.

    La ley 100 de 1993, establece el programa de auxilios para ancianos indigentes mayores de 65 años, con el objetivo de apoyar económicamente, a aquellas personas que cumplan con los requisitos previstos en la normatividad vigente y de acuerdo con las metas establecidas por el Consejo Nacional de Política Económica y Social. Conpes y el Decreto 1135 de 1994, fijan los criterios para otorgar este subsidio. La ley 797 de 2003, modificó la subcuenta de solidaridad y creó la subcuenta de subsistencia del Fondo de Solidaridad Pensional, como mecanismo de financiación del programa de auxilios para ancianos indigentes, de la ley 100 de 1993.

    Existen varios programas cuyo fin es apoyar a los ancianos en Bogotá; sin embargo, hay muchos que continúan siendo desamparados. Por ejemplo, Claudia Patricia Ramírez ruega para que la inscriban en el programa. Según ella, la tienen olvidada. Es una mujer de 65 años que se ve cansada y desnutrida. Vive desolada en una chosita de paroy y no tiene trabajo. Nunca aprendió a leer ni a escribir. Viene de Chinchiná, Manizales, y se radicó en Ciudad Bolívar hace 15 años con su esposo y sus dos hijos. Hace 10 años su familia la abandono y desde ahí no sabe nada de ellos. Ha tratado de subsistir a como de lugar. “Afortunadamente la gente de estos lados a sido buena conmigo y me han dado algunas limosnas para poderme alimentar.”

    Muchas veces le toca salir a la Avenida Boyacá a pedir dinero. Llega allí a las 10 de la mañana y vuelve a su casa a las 5 de la tarde. Sube las lomas con dolor en sus pies, con sus manos negras y su pelo blanco que se confunde con el humo gris de los carros. No tiene agua para bañarse ni para cocinar. Dura algunas semanas sucia y muchas veces pasan dos días en los que no se alimenta. Los miércoles, para ella, son sagrados. “Antes de ir a reunirme voy a donde la vecina para que me regale un jabón y me preste un balde con agua para no verme mal porque me da pena”, confiesa Claudia Patricia. Así ha sobrevivido los últimos 10 años; de limosnas y de caridades

    Las actividades ocupacionales de los viejitos dependen de sus necesidades de subsistencia y de sus condiciones físicas. Viven el día a día ejercitando sus destrezas y habilidades en la economía del rebusque. Lavan ropas, venden dulces, hacen mandados, cuidan niños y casas, reciclan y piden limosnas. Pasan días sin comer, y además de eso no les quedan fuerzas para lograr conseguir el pan de cada día.

    La situación de la población de ancianos en Ciudad Bolívar es verdaderamente preocupante. El Estado, con tantos proyectos que tiene, no ha podido amparar a toda esta población. En Bogotá hay 8 millones de habitantes, y en Ciudad Bolívar hay un millón. Sin embargo, parece como si la población de este lugar fuera dejada a un lado, o incluso, olvidada. También hay miles de personas que viven en las mismas condiciones que Claudia Patricia Ramírez. Si esta es la situación en Ciudad Bolívar, donde todavía hay ancianos desamparados muriendo por la falta de inclusión en los programas que ofrece el Estado ¿cómo será el resto de Bogotá?

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